La muerte tocó a su puerta
una mañana de domingo.
La recibió sin rencores,
sin urgencias,
como un niño
a su madre
cuando el hambre acecha.
Su dolor fue breve:
la memoria todo lo abarcaba.
La imagino agradecida,
triste y feliz,
observándome sonriente
y protegiéndome
desde un vago y luminoso
porvenir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hermoso mi amor, muy lindo lo que escribiste!! Seguramente esta descansando en paz..
ResponderEliminarTe quiero con todo mi corazón! ♥